Quiero mostrarte algo que veo con mucha frecuencia en la consulta clínica y en las sesiones de coaching. Podríamos decir que son las dos caras de la misma moneda: “el síndrome del impostor” y el “síndrome de Dunning-Kruger”. Psicológicamente hablando, podemos considerar que Lo que tienen en común estos dos síndromes es que, en ambos, la “autopercepción” está alterada y desvirtuada. Hay en ambos un sesgo cognitivo.
Las personas con el efecto Dunning-Kruger, que están afectadas por este tipo de sesgo, tienen reducida la capacidad metacognitiva para el autoconocimiento, por lo que van a tener problemas para evaluar de modo objetivo tanto su habilidad como su ineptitud.
En el síndrome del impostor por un alto grado de autoexigencia y falta de merecimiento, y en el efecto Dunning-Kruger, por una excesiva confianza en uno mismo sin ver sus limitaciones y además siendo incapaz de reconocer a los demás.
Ambos casos pueden producir limitaciones en la vida personal y profesional de quienes lo padecen, siendo determinantes para su felicidad o infelicidad.
Como saber si sufres el Síndrome del Impostor
Características de personas con Síndrome del Impostor
Suele relacionarse con un tipo de persona muy controladora, autoexigente y demasiado autocritica para consigo misma, de modo que tiende a quitarse importancia a nada de lo que logra y éxitos que consigue, ni siquiera en las pequeñas metas.
Con frecuencia son personas con tendencia al PERFECCIONISMO, con una crítica desmedida hacia su propia persona. Además, son muy AUTODISCIPLINADAS y sin duda muy CONTROLADORAS, de modo que necesitan mantener el control de todo lo que hacen y todo lo que está a su alrededor. Además, tienden a COMPARARSE CONTINUAMENTE con los demás.
Son personas en general, con una autoestima muy baja, y un concepto de sí mismo nada elevado ni “bien colocado”. Como consecuencia se aprecia falta de seguridad y confianza en sí mimos. No interiorizan sus logros, y se convencen de que no son competentes ni merecedoras de ningún éxito, creen, no están a la altura de las circunstancias o del éxito y tienen miedo, por lo tanto, a ser calificados como “personas Impostoras”, falsas, fraudulentas o engañosas.
Ejemplo de persona con Síndrome del Impostor
Pueden llegar a pensar que no son ni siquiera meritorios del logro alcanzado (sea cual sea el logro), veamos un ejemplo práctico:
Un buen día suena el teléfono y al otro lado una empresa de la competencia le proponía a Susana participar en una entrevista para cubrir un puesto como directiva. Susana dejó quererse y empezar, pero pensando firmemente que no saldría adelante. A los 2 meses la convocaban para firmar el contrato; el puesto era suyo. Pero Susana, lejos de alegrarse, no daba crédito, no lo podía asumir, y el temor, el miedo y la inseguridad empezaron a poseerla. Creía no estaba preparada, que no lograría hacerlo bien, y que mejor quedarse donde estaba; no se sentía capaz.
Como vemos en este ejemplo, una de las consecuencias posibles, es que estas personas pueden perder muchas oportunidades en su vida profesional y personal; iniciando de nuevo el círculo vicioso que justifica que no son meritorias…
Son personas inteligentes, válidas, capaces, exitosas y preparadas, pero que creen y sienten que nunca son del todo buenas, ni nunca están lo suficientemente preparadas y nunca son merecedoras de nada.
El Síndrome del Impostor: una lucha silenciosa en contextos de presión académica y profesional
El síndrome del Impostor puede aparecer incluso en situaciones donde algunas personas se sienten inferiores a las del entorno o al resto de la sociedad, alguien que no tenga un nivel de estudios elevado, pero que esté rodeado de personas con altos estudios universitarios y masters, por ejemplo.
Esta persona está sometida a una gran presión “ascendente” y se desespera por no poder cumplir las expectativas o requerir un sobre esfuerzo tremendo; alguien que ha de trabajar muy muy duro, en comparación con todos los demás.
También puede aparecer en personas que tienen que luchar para que se les reconozca su trabajo, esfuerzo o presencia. Es decir, es una persona que está constantemente realizando una labor difícil, pero no siempre le agradecen por ello. La expresión «Se lo merecía» suele encontrarse muy a menudo en este tipo de situaciones.
Cuando estás rodeado de personas que se ganan muy fácilmente el respeto o reconocimiento, es muy difícil evitar el síndrome del Impostor. De nuevo, estas personas pensarán a menudo que, si esperan demasiado tiempo, la verdad saldrá a la luz y se enterarán de que no son lo suficientemente buenos.
El Síndrome Dunning-Kruger: La contracara del Síndrome del Impostor
En el lado opuesto de la moneda, al Síndrome del Impostor, tenemos el Efecto Dunning-Kruger ( David Dunning y Justin Kruger ) puede darse en:
(A)Personas incompetentes que no reconocen para nada sus limitaciones o torpezas, limitaciones e ineptitud también. Como consecuencia, tienden a acometer tareas para las que no están preparados, no soliendo reconocer su fracaso.
(B)Personas muy competentes que van a subestimar su habilidad en comparación con la de otros, subestiman su competencia relativa. Como consecuencia, los de este grupo tienden a distribuir y asignar tareas difíciles a individuos que no tienen habilidades necesarias ni suficientes para competirlas, pero ellos creen que estas tareas son sencillas y fáciles y las podrán hacer (al igual que ellos)
El efecto Dinning-Kruger, la paradoja de la autopercepción: ¿Incompetencia o exceso de competencia?
Las personas con el efecto Dinning-Kruger, que están afectadas por este tipo de sesgo, tienen reducida la capacidad metacognitiva para el autoconocimiento, por lo que van a tener problemas para evaluar de modo objetivo tanto su habilidad como su ineptitud.
Dunning y Kruger notaron que los estudiantes universitarios que fracasaban en las pruebas, eran más propensos a ignorar sus fallos. Estas investigaciones demostraron que los participantes más confiados eran también más inaccesibles a sus propias limitaciones y tontos, según Dunning.
Algunos estudios sugieren que las personas que tienen muy buenas habilidades en un área, están particularmente susceptibles al efecto de Dunning-Kruger porque son incapaces de reconocer sus propias limitaciones.
Sus estudios indicaron que «las personas que aprenden lo que saben y son muy competentes en un par de habilidades, pueden pasar por alto sus limitaciones. Cuando empiezan a realizar un trabajo difícil, se enfadan y se sienten muy frustrados cuando fracasan».
Una persona con un efecto Dunning-Kruger muy grave puede no darse cuenta de que es incompetente, aunque pueda demostrar grandes deficiencias en productividad y conocimientos.
El efecto Dunning-Kruger se asocia a una pérdida de la capacidad para evaluar la propia calidad de habilidades, siendo inconscientes de sus debilidades e incapaces de ver sus insuficiencias.
Sobreestiman sus habilidades y encima, subestimas las de los demás, siendo además socialmente incapaces de reconocer las aptitudes y habilidades de los otros.
Del mismo modo, esta misma dificultad para reconocer sus propias limitaciones puede afectar al desempeño de la persona en el trabajo o en su vida personal.
La Autopercepción Distorsionada: Síndrome del Impostor y Síndrome Dunning-Kruger
Lo que tienen en común estos dos fenómenos, el síndrome del impostor y el síndrome del efecto Dunning-Kruger, es que, en ambos, la “autopercepción” está alterada y desvirtuada. En el síndrome del impostor, por un alto grado de autoexigencia y falta de merecimiento, y en el efecto Duning-kruger, por una excesiva confianza en uno mismo sin ver sus limitaciones.
¿Alguna vez has percibido alguno de los dos? Si dudas y quieres saber más, contáctame para averiguarlo.
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Por mi amplia experiencia de más de 27 años en psicología y coaching empresarial, mi formación internacional y variedad de técnicas; realizo diferentes tipos de intervenciones en función de cada situación y paciente; mi orientación es ecléctica.
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