Christine Lebriez

Claves para superar el duelo

Aunque es un tema que hablamos muy poco, es más casi diría que huimos de ello, la muerte es un hecho que nos llega a todos. Hay dos acontecimientos por los que todos pasamos: el nacimiento y la muerte.

A todos nos incomoda incluso a algunos nos asusta hablar de este tema. El nacimiento y la muerte forman parte del ciclo natural de los seres vivos. Las dos únicas certezas que tenemos en la vida.

En este articulo te explico que es el duelo, cuáles son las fases que habitualmente se atraviesan, y que puedes hacer para llevarlo mejor, a modo de consejos prácticos.

Las pérdidas humanas forman parte de nuestra vida, todos perdemos en algún momento un ser humano cercano o conocido.

Es importante que sepamos que las pérdidas son importantes para el crecimiento y el desarrollo de nuestras vidas. Y todos nos vamos perdiendo poco a poco, “es ley de vida”.

La despedida de un ser humano, en todas las sociedades va acompañada de múltiples rituales. Dependerá de ritos, culturas, creencias, actitudes…pero todos tenemos actos de despedida. Es como ayudar a cerrar el círculo.

No solo hacemos duelos por las personas que han muerto. También cuando perdemos cosas, situaciones, roles o se rompen nuestras expectativas sobre el mundo, iniciamos un duelo.

La muerte de un hijo es la peor de las pesadillas para unos padres; cuando se da, se produce un shock que les sume en el caos y la depresión pudiendo ser fuente de conflicto entre la pareja.

Aunque es un tema que hablamos muy poco, es más casi diría que huimos de ello, la muerte es un hecho que nos llega a todos en algún momento, tarde o temprano en nuestra existencia y en la de los que nos rodean. A todos nos incomoda incluso a algunos nos asusta hablar de este tema. El nacimiento y la muerte forman parte del ciclo natural de los seres vivos. Las dos únicas certezas que tenemos en la vida.

Las perdidas humanas forman parte de nuestra vida, todos perdemos en algún momento un ser humano cercano o conocido. Y lo aun no sabemos es que las perdidas son importantes para el crecimiento y el desarrollo de nuestras vidas. Vamos perdiendo a unos para dar paso a otros.

La despedida de un ser humano, en todas las sociedades va acompañada de múltiples rituales. Dependerá de ritos, culturas, creencias, actitudes…pero todos tenemos actos de despedida. Es como ayudar a cerrar el círculo.

Hacemos múltiples rituales para simbolizar en nuestras vidas la transición a diversas etapas: bautizos, comuniones, matrimonios, graduaciones…

E igualmente hacemos con la muerte, y es que los rituales alrededor de la muerte de una persona son necesarios para poder cerrar adecuadamente la etapa de su presencia en nuestra vida. Nos ayuda a elaborar el doloroso proceso de la separación y la perdida.

Las personas cercanas y los que quedan, necesitan poder cerrar el círculo, y hacer una despedida psicológica; esto da a quienes se queda, una sensación de coherencia consigo mismos. Sea cual sea la forma, los ritos ayudan al ajuste psicológico de la perdida y la despedida, y ayudan a iniciar la integración de la presencia de la ausencia. Además, en estos encuentros sociales de despedido, podemos conectar con los demás a través de la emoción del dolor. De modo que empatizamos a través de esa emoción cercana a todos.

Escenificar y hacer el ritual, nos ayuda además a poder descargar ese dolor. Pedimos perdón, decimos adiós, agradecemos los momentos vividos y compartidos…

La muerte puede sorprender de repente, paulatinamente, a edad temprana o tras una larga vida vivida; de modo indoloro o de modo muy doloroso, solo o acompañado…; las variables son múltiples.

Según la coyuntura puede incluso producirse la imposibilidad de acompañar al enfermo o despedir al fallecido, lo que hace mucho más dificultoso asumir la muerte de un familiar. El no poder despedirse del fallecido para cerrar el ciclo de la pérdida física, hace que la adaptación a su ausencia sea más difícil, haciendo más intensa la sensación de vacío y dificultando el proceso de adaptación.

Pero por estemos preparados o no, siempre nos va a sorprender con incredulidad, embotamiento emocional y desconcierto paralizante.

Toda situación de duelo trae consigo sea del modo que sea, una gran carga emocional, que variará según haya sido la trascendencia y la calidad de la relación, así como el significado de la persona fallecida. Cuando se vive una pérdida inesperada se suelen experimentar sensaciones de culpa por no haber acompañado al ser querido en sus últimos momentos, o por haber desperdiciado tantos otros momentos para de expresar afectos en vida.

La situación puede pasar factura si no se trabaja correctamente y de modo sano el dueño. Puede aparecer con los años de un modo patológico si no se ha trabajado correctamente. Un duelo mal elaborado o incompleto puede reaparecer más adelante con manifestaciones más complejas.

Hay que enfrentar y gestionar las emociones que van aflorando. Ir aceptando lo incierto en la vida, y que nada de lo que tenemos es eterno

Indudablemente el dolor será el compañero en los próximos meses tras la perdida, y este dolor refleja el significado de la persona perdida en nuestras vidas.

Es recomendable hablar con algunos miembros de la familia si se desea, y manifestar las emociones que surjan, e incluso hacer algún pequeño ritual simbólico.

Hay que matizar que cada persona experimenta un proceso de duelo diferente y que las sensaciones serán diversas y cambiantes. En un duelo lo importante es el balance, el equilibrio entre los momentos de reflexión individual, y la comunicación con los demás. El equilibrio entre los momentos de experiencia y expresión emocional intensa y la reconexión con lo cotidiano.

Hay quien se sentirá frágil, abrumado, sobrepasado, frustrado. Pero poco a poco y en distintas fases, iremos gestionando la perdida.

FASES QUE ATRAVESAMOS EN EL PROCESO DEL DUELO:

 

El duelo no es una enfermedad ni una patología, pero si es cierto que, si no se trata bien o su elaboración no es correcta, si puede llegar a complicarse mucho.

Todo el carrusel de emociones, él va y ven al que vas a estar sometido emocionalmente, es normal .

El mejor y primer consejo es sin duda, aceptar la realidad sea cual sea, y no negarse a ella ni darle la espalda, hasta que vayas adaptándote a una vida sin el ser querido.

Nos sentiremos en “shock emocional” y casi no llegamos a creerlo, es como si todo se congelara. No vamos a encontrar respuestas a nuestras preguntas. Al recibir la noticia se produce un estado de shock, no los lo llegamos a creer, y más si ha sido repentino.

Aunque que no todo el mundo pasa necesariamente por todas las “fases del duelo”, es frecuente que la mayoría de las personas atraviesen una serie de fases, que, aunque no se pueden definir con exactitud en el tiempo (ya que cada uno lo vive de un modo diferente y único), ni una línea clara de corte entre una y otra, tarde o temprano aparecen:

Fase de Negación: Negarse a sí mismo o al entorno que ha ocurrido la pérdida.

Fase de Enfado: Indiferencia o Ira: Estado de descontento por no poder evitar la pérdida que sucede. Se buscan razones causales y culpabilidad.

Fase de Negociación: Negociar consigo mismo o con el entorno, entendiendo los pros y contras de la pérdida. Se intenta buscar una solución a la pérdida a pesar de conocerse la imposibilidad de que suceda.

Fase de Dolor Emocional (o depresión). Se experimenta tristeza por la pérdida. Pueden aparecer fases o momentos depresivos que deberían ceder con el tiempo.

Fase de Aceptación: Se asume que la pérdida es inevitable. Supone un cambio de visión de la situación sin la pérdida (aunque perdida y olvidar no es lo mismo)

DURACION DE UN DUELO:

Es muy difícil determinar su duración, ya que va a depender de multitud de variables: edad, modo, momento, circunstancias, grado de proximidad con la persona fallecida, el tipo de relación afectiva con el fallecido, duración de la enfermedad y la agonía de la misma, grado de parentesco, carácter de la muerte, grado de dependencia, ideas religiosas o filosóficas o espirituales, presencia o no de otras experiencias de duelo … y un sinfín de variables más.

Como ves, es muy difícil generalizar, pero podría considerarse un que un duelo suele durar alrededor de un año, tratándose de la pérdida de un ser querido muy allegado (Padre, Madre, hijo, cónyuge…). En un año damos la vuelta a un ciclo completo a que sucedan los primeros eventos sin la persona: cumpleaños, navidades, aniversarios de celebraciones, vacaciones… Y será inevitable comparar el año en curso con el año previo al fallecimiento.

En el caso de que los síntomas no cesaran después de estos períodos de tiempo y provocaran problemas para desenvolverse en su vida rutinaria, es muy importante acudir a un profesional de la psiquiatría y/o psicología, ya que la persona afectada puede estar sufriendo un episodio de depresión.

Hay que aprender a convivir con la nueva situación, con la ausencia, con la falta de sentido que impone algo tan doloroso, inesperado e injusto. No hay más remedio que seguir, pero no hay razones para hacerlo. Se han ido con el hijo muerto.

Cada caso es único, y cada pareja y familia lleva su propio ritmo, su propio tiempo y su propio proceso. 

CONSEJOS Y PAUTAS PARA EL AFRONTAMIENTO DEL DUELO:

Se Permisivo: Entender que el malestar que sentimos es normal y no debes asustarte ya que forma parte del duelo, ya es un gran comienzo. Has de saber que van a aflorar todo tipo de emociones: rabia, irritabilidad, tensión… y puedes pasar de unas a otras en breve estado de tiempo, y además en distinto grado de intensidad. Todo esto será normal, es más, lo indicado es que te lo permitas y las aceptes, además esto pasara.

Nos espera una travesía por el desierto llena de altibajos emocionales, con momentos de desesperanza, enfado, rabia, frustración, pero al final se reestablece el equilibrio y lograremos estar bien.

Conecta con el mundo: Otro importante consejo es que, aunque sientas la necesidad de aislarte (que puede estar bien a veces), hay que hacer el esfuerzo por conectar socialmente. Si no queremos hablar de nuestras emociones, al menos hablar de otros temas menos íntimos y profundos.

Expresa emociones: Expresar lo que uno siente a un amigo, familiar o psicólogo, permite comprender y sobrellevar mejor esas sensaciones que aparecen durante el duelo. Es como si te acompañases a ti mismo. Permítete una válvula de escape para desahogarte.

Acepta: Acepta esta situación y sus consecuencias a todos los niveles, en vez de resistirte o negar lo sucedido; esta actitud te ayudará que la recuperación emocional sea más rápida.
La aceptación de nuestras limitaciones en estos momentos permite tener mayor sensación de control, al dejar de mirar todo lo que no controlamos.

Establece prioridades y pon limites: Hay muchas cosas que importan en estos momentos, y muchas cosas que yo puedo controlar. Intentar encontrar el conjunto de cosas que importan y que además puedo controlar, ayuda a mantener cierta sensación de control. No puedes hacer ahora todo como lo hacías antes, así que prioriza.

Además, van a surgir nuevas cosas con las que no contabas: papeleo, administración, bancos….

Haz rituales: Los pequeños gestos, símbolos o ceremonias simples (poner una vela al lado de una fotografía o un objeto, hacer meditación o rezar enfrente de un símbolo religioso o social, cantar o escuchar música) son rituales que pueden ayudar a comenzar a elaborar las experiencias de pérdida.

Atiende tus Biorritmos: Mantener los ritmos y horarios de sueño y el orden en las comidas. Tener orden y estructura va ayudarte a estar algo más centrado en la situación caótica. Aunque no tengas hambre has el esfuerzo por comer.

Ejercicio moderado: Las rutinas de ejercicio moderado, permiten reducir la fatiga, la falta de energía y la angustia. Así que haz todos los días algo de ejercicio atendiendo a tus medidas.

Reconecta con la vida y date permiso: poco a poco ve haciendo actividades habituales en tu día a día: ir al colegio a por los niños, algún encuentro con amigos, alguna celebración…. poco a poco has de ir incorporándote porque a pesar de todo.

 

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